lunes, 2 de septiembre de 2013

Ese Ojo

Entonces la flecha surco el cielo, para caer exactamente en el lugar q habían acordado no sucedería. Quedo firme clavada en el ojo, en el lugar donde guardaba la imagen de ella.
Largas noches de desvaríos, cigarros, alcohol y sexo, los había llevado a donde cada uno quería.
El tenia la intima convicción que nada era lo que parecía, pero nada le parecía bien.
En esas charlas perdidas él le había dicho, apúntame al pecho, si me vas a herir, mátame.
Pero nunca supuso que ella elegiría ese lugar; ella sabía que ese era el lugar que más le dolía, porque en ese ojo, había guardado cada una de las imágenes que después cada noche colgaba en el portarretrato imaginario, que un día compraron.
En ese ojo el guardaba la imagen de ella entrando triunfal, arrogante, altiva, enérgica, en su vida.
Ahí en su pupila mantenía el recuerdo exacto del día que la beso apurado y asustado.
En ese lugar permanecía imborrable su cuerpo transpirado, su respiración acelerada.
En ese ojo ella eligió clavar su flecha. En el pecho hubiera sido más justo, más exacto, más definitivo. Pero no, ella eligió el ojo. El hubiera preferido morir en un segundo, sentir q el corazón le explotaba, que se le terminaba la vida.
Pero ella prefirió borrar los recuerdos y dejarle el corazón.
El cada mañana, intenta ver el futuro, pero esa flecha le borro la visión.
Solo le queda el corazón.
Ya no recuerda su imagen.
Hubiera preferido morir, a perderla.
Ese ojo, tan solo un ojo, vasto, para quitarle la vida.

Chachi

Hermosa chachi, silencio, tranquilidad y mirada inquisidora.
Mi hermosa Chachi, palabras suaves, ruidos molestos.
Hermosa chachi, de destino incierto.
Mi hermosa chachi, tus ojos negros, mis gritos claros, tu sonrisa plena.
Mi hermosa chachi, cuerpo diminuto y caricias suaves.
Mi chachi de día, mi chachi de noche.
Nada sabes, nada deberías saber.
Mi linda chachi, no te molestes, no grites. No estás y estoy.
No digas nada, te entiendo. No todo es tan claro, no todo es tan feo, ni tan oscuro.
Mi hermosa Chachi, no temas, nada bueno se dice hoy.

Asesino

Su cuerpo, gigante, pesado, repleto de cicatrices, cayó pesadamente en esa cama, como si quisiera no volver a levantarse.  La gota que baja de su frente se desliza a su boca, provocándole una increíble necesidad de saciar su sed. El sabor salado lo remitió a los tiempos en que todo era más fácil, menos perverso. La mano aun le temblaba, y la respiración no lograba calmar su pulso. Ahora en su casa, lo invadía, como siempre, el vacio de la tarea cumplida.
Su cabeza repleta de temores y dudas, no entendía la felicidad ajena. Nunca había entendido la necesidad de compartir la vida. Tan breve, tan injusta. En ese instante siempre sucedía lo mismo, lo invadía una sensación amarga, repulsiva. La acidez le invadía la boca, el cuerpo, y solo el vomito interminable, lograba calmar un poco su alma.
Creer en Dios? Para que, yo soy Dios.
Entonces comenzó a recuperar la respiración, su cuerpo se distendía, la cabeza  comenzó a pesarle. Apoyo el arma sobre la mesa, y solo pudo conciliar el sueño imaginando lo que haría con el dinero. El trabajo había sido un éxito y su alma se lo reclamaba. 

MI Cara

Hubieras visto mi cara, cuando el paragolpes no pudo frenar el árbol de calle 20.
Tus últimas palabras aun sonaban en cada rincón de mi cabeza, como un martillo incansable.
Yo también quería que nos hiciéramos el amor toda la noche,  durante toda la vida.
Pero aun sonaban tus insistentes palabras, tengo más miedo que ganas, más miedo que ganas, más miedo que ganas….
Y cuando el enfermero me pregunto cuántos dedos ves? Solo pude decirle, ninguno.
Párale la hemorragia, párala que se nos va!...
Y ese blanco enceguecedor, me trajo calma, paz.
Y me reconforte pensando que cuando te llamaran y te dijeran: paso algo!
 Vos recién ahí sintieras la calma de saber que tus miedos, pudieron más q  mis ganas.

Solo Ella

Mientras la miraba a los ojos, con la pera temblando, le dijo: Esta bien, como quieras.
Y todo le pareció repetirse una vez tras otra.
Parado en el medio de esa casa, q ya no era nada, tomo el último sorbo del vaso, se acomodo la camisa, se peino y tranquilamente se dirigió al cuarto.
Acomodaba cada una de las cosas, lentamente, esperando que el tiempo se detuviera en aquella esquina que los había visto besarse por primera vez.
Sintió nuevamente ese sudor extraño, helado, inundándole la espalda. La pera ya no era suya. Los ojos solo miraban para no entender. Sus manos se habían quedado encajadas en cada uno de los días que esa prenda la había vestido.
Nunca se lo había podido decir, y ahora ya no era posible. Le hubiera gustado hacerlo, mientras ella le acariciaba la espalda o cuando la miraba saliendo de ese cuarto lenta, pero firmemente, sin más ropa que su sonrisa que todo lo cubría.
Pero cada vez que había querido hacerlo, algo lo detuvo. Esa extraña sensación de debilidad, de quedar con el pecho abierto frente a ella. Nunca entendió como ella, tan frágil, tan delicada se lo decía, así, tan abiertamente, tan claro, tan sentido.
 Pero el no, nunca pudo, nunca supo, siempre quiso.
Y ahora, cuando ella lo dejo parado en esa casa, sin más compañía que su aliento, sintió que nunca más iba a poder hacerlo.
Y allí parado, con la pera desencajada, los ojos perdidos en la pared, las manos sudorosas, la espalda helada, pudo sin temor a quedar expuesto, decirlo para que nadie ya lo escuchara: no me dejes, te quiero.

El Cordón

Ella se sentó en el cordón de la vereda, con el último aliento. Apoyo lentamente el bolso, y miro al cielo, pidiendo una explicación. El último cigarrillo le infla los pulmones.  Y la mano  temblorosa marca el mismo número una y otra vez. La farola dela esquina parpadea, como un guiño absurdo del destino.
Retumban en su cabeza, las últimas palabras q le escucho decir. 

DELIRIUS MORTEN

Extraña sensación de soledad, y el sudor que me corre por la espalda.
 Cría cuervos y te comerán el postre, me dijo el brujo errático de la calle 97.
Mi imagen reflejada en el vidrio salpicado por la lluvia, es menos distorsionada que el agujero de mi cabeza.
 Tus manos ya no son mías.
Solo somos algo, cuando en el aire queda, nuestro recuerdo.
Y yo que hasta ayer  te creí mia , hoy solo te veo de lejos y en otras risas.
Ya no te sueño, me dijiste, y la cara me dolió, por meses.
Sentado en la silla, en medio del salón deshabitado, me escape lentamente, hasta que no escuche más palabras.

Raye

A tu raye semanal, sumale mi cara de estupor.
A tu casita de cuentos, sumale mi rancho de afectos.
A tus ojos de amor, sumale mis manos frias.
A tu falta de valor, sumale mi pecho abierto.
A tu quedar bien, sumale q no me interesa.
A tu vos ya lo viviste, sumale solo se vive una vez.
A tu belleza, sumale mis tosquedad.
 Y a tus noches de abrigo, solo le quedan mis mañana frias.
Todo eso, casi nada.

La Fe

Con el Rosario en el pecho, y el padre nuestro repitiendose una y otra vez en su cabeza, se encamino por esa calle q parecia mas larga q nunca, y su fe q aun no entendía de negativas, era lo único q le quedaba.
Aferrado a la estúpida idea de q aun mueve montañas, golpeo firmente la puerta q nunca se abriría. Se sintió cubierto de amor y en su cabeza escucho:"si la queres, esperala; la fe, mueve montañas".

Numeros

A 500 KM de vos.
 A 40 años de vida.
 A 2 hijos de distancia.
 A 14 años de nada.
 A 2 minutos de patear todo.
 A 10 cm de tu cuerpo. 
A 1 una vida sin ton. 
A 1 gira sin son. 
A varias batallas ganadas y unas cuantas guerras perdidas.
 A 2 besos de tu cuello. 
A 24 hs de tu cuerpo.
 A 1 vida sin vida.
 A todo de nada.
 A nada de vos.